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GIUSEPPE VERDI Y RICHARD WAGNER

GIUSEPPE VERDI Y RICHARD WAGNER


ASPECTOS CONTRASTANTES EN LA PRODUCCIÓN DE AMBOS GENIOS



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Los dos más grandes autores de ópera del siglo XIX ofrecen aspectos  contrastantes en su producción, que pueden sintetizarse en lo siguiente: 

En Verdi prevaleció la importancia de la voz humana cantando, y confió a la orquesta la misión de acompañante, sin permitirle que anulara o disminuyera las prerrogativas de la voz. En Wagner predominó la orquesta, que tuvo a su cargo una función importantísima, mientras que la voz humana muchas veces se diluye en una especie de "canto-hablado", casi recitado. 

A Verdi le atraían los argumentos que tratan los problemas y angustias del hombre, los sentimientos que lo conmueven, y las pasiones que lo perturban y que son parte de la vida real. A  Wagner le interesaban argumentos que tratan lo fantástico, legendario o mitológico, con seres ideales, superhombres, héroes, o la idea de la redención por medio del sacrificio o el renunciamiento. 

Verdi no fue tan intelectual ni poseía educación filosófica, y en cuanto a lo estético, comprendía por intuición todo aquello que le permitía dotar de belleza a los personajes de sus obras. Sin embargo, en su correspondencia se hallan observaciones y juicios críticos tan convincentes y profundos como los mejores ensayos de su rival. 

Wagner ocupó un lugar prominente entre los pensadores de su época, que eran grandes figuras de la filosofía y el pensamiento románticos: escribió sobre historia, estética, literatura y política. Pero lo que sobrevivió de toda su afanosa búsqueda intelectual no fue su producción poética o literaria, sino su labor como músico. 

Verdi dependió siempre de sus libretistas, aunque no por ello se desentendió de la elaboración de los textos, que vigilaba y criticaba. Wagner confeccionaba él mismo los libretos de los argumentos que elegía, muchos de ellos nacidos de su propia imaginación. 

La música de Verdi fue tan popular que ciertos aficionados al principio la subestimaron, justamente porque era fácil comprenderla; veinte años después de estrenado El trovador, en Roma seguían escuchándose por las calles sus fragmentos ejecutados por los organilleros. 

La música de Wagner tuvo que luchar con la incomprensión del público, que no captaba el significado de sus extensas óperas, pues los argumentos eran complejos, los personajes mitológicos o legendarios y pocas veces humanamente concebidos. Fueron necesarias varias décadas de propaganda para que la simbología wagneriana fuera ganando adeptos. 

Verdi respondió al llamado de su raza, escribiendo óperas que el pueblo sentía como expresión de su propia tragedia al verse ultrajado por un país invasor. Wagner creó una mitología germánica y promovió en su pueblo el despertar de ansias adormecidas de supremacía racial, que por cierto no fueron desperdiciadas por algunos gobernantes que se sucedieron en el tiempo. 



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