ROMANTICISMO: FRANZ SCHUBERT
FRANZ SCHUBERT
Este genio de la música nació en Viena, Austria, el 31 de enero de 1797, en el barrio de Lichtenthal, cuando Beethoven, que tenía 27 años ya se hallaba radicado en esa ciudad y terminaba sus primeras obras.
Su padre, maestro de escuela, había obtenido el cargo de director de un establecimiento parroquial, y fue quien le enseñó las primeras letras. A los 8 años inició el aprendizaje del violín y, tiempo después, su hermano mayor, Ferdinand-que estudiaba piano - le aleccionó en ese instrumento, pero pocas fueron las clases que le había dado, cuando Franz le dijo que ya no necesitaba que siguiera instruyéndole: "En verdad, tuve que reconocer que me había dejado atrás", expresó su hermano.
También estudió canto con el profesor Holzer, que después de varias clases confiesa que "no sabe qué enseñarle", ya que todo lo capta de inmediato, y debe limitarse a escucharlo asombrado. Es que, con excepción de Mozart, probablemente ninguno de los grandes músicos mostró tal precocidad creadora, ni progresó tan rápido como Schubert.
A los 11 años, en 1808, aprobó el ingreso al Konvict, donde el profesor Salieri, que era maestro de la Capilla de la Corte, y los otros miembros del jurado, lo admitieron sin objeciones, pues salvó con singular destreza todas las pruebas, vocales e instrumentales.
Los alumnos aventajados dirigían la orquesta rotativamente, pero pronto Schubert fue designado para suplir al director estable, Ruczizca, en su ausencia. Fue entonces que adquirió seguridad y facilidad en la escritura de la música orquestal, evidente en sus partituras posteriores.
Entretanto, Antonio de Salieri, que era un músico italiano muy culto, radicado en Viena, se había percatado de los dones excepcionales del joven, e hizo que Ruczizca le enseñara composición; pero poco después, ante el informe entusiasta de éste, resolvió hacerse cargo de su enseñanza personalmente.
Salieri conocía a Mozart y había tenido discípulos como Beethoven y Liszt; su clara inteligencia le permitió valorar a Schubert, a quien guió adecuadamente varios años.
En 1813, a los 16 años, como su contribución al mantenimiento del hogar era necesaria, abandonó el Konvict, e hizo un curso que lo habilitó para el magisterio normal, después del cual se desempeñó como maestro en la escuela dirigida por su padre.
Es de suponer cuán poco entusiasmo despertaría en él esta tarea tan ajena a su vocación artística, cuando en su mente bullían ideas musicales incontenibles. Precisamente en el lapso de 1814 a 1816, escribió no menos de 250 canciones. Finalmente, con el consentimiento de su padre, dimitió a ese cargo.
Por entonces conoció al barítono Miguel Vogl, que poseía una hermosa voz y era cantante de la Ópera Imperial. Vogl empezó a visitarle con frecuencia y pronto incluyó en su repertorio varias canciones que cantaba en sus frecuentes giras artísticas. Poseía buena cultura, fino gusto y excelente juicio, por lo que su consejo fue precioso para la elección de los poemas a los que Schubert ponía música.
En 1817, cuando tenía 20 años, sus obras excedían las 500, incluyendo todo género de música, pero no lograba despertar interés en los editores. Vivía de sus lecciones a domicilio y de la venta de algunas canciones que daba por sumas irrisorias.
El gusto del público vienés se hallaba tan inclinado hacia el género operístico italiano, que la celebridad del compositor Joaquín Rossini hacía que en una sola temporada se representaran cuatro de sus óperas. Él también quiso probar suerte en ese terreno, pero sus óperas no lograron éxito, sobre todo por la neta inferioridad de los libretos de que dispuso.
El Conde Juan Esterhazy lo contrató como maestro de música para su familia, en 1818, llevándolo a su residencia en Hungría, con deberes a cumplir muy leves, pues le permitieron seguir componiendo, al mismo tiempo que conoció de cerca y escuchó las danzas y música folclórica húngaras, cuyos giros melódicos y ritmos se verían reflejados en algunos trozos suyos.
En 1819 acompañó a Vogl en una de sus giras, que fue un verdadero éxito, y en 1821, por iniciativa de sus amigos, se hizo una edición de 20 de sus lieder. su ópera Alfonso y Estrella es del año 1822, pero no logró presenciar su estreno.
Poco después escribió las 24 canciones del ciclo El viaje de invierno y la música para Rosamunda, que le demandó cinco días.
Schubert fue contemporáneo de Beethoven, uno de cuyos discípulos, Schlinder, dice que en 1822 se conocieron, lo que no ha podido comprobarse. Se sabe sí, que el ilustre Beethoven tuvo la oportunidad de leer algunas obras de Schubert, acerca de las cuales se expresó elogiosamente.
Es posible que el encuentro no se haya realizado, debido sobre todo a la diferente ubicación de ambos en la sociedad vienesa; a la diferencia de edades, pues uno tenía en 1822 52 años y el otro 25; al absoluto aislamiento en que se había sumido Beethoven, y lo más probable, al carácter de Schubert: tímido, apocado, con una increíble indecisión, aun para resolverse a buscar contacto con el artista por el que sentía más devoción.
OTRAS OBRAS
Aunque su celebridad provenga de sus lieder, debe tenerse presente que poseía un verdadero talento instrumental y coral, pues realizó obras de gran belleza y perfección, que van desde la música ligera hasta las grandes realizaciones sinfónicas.
Para el temperamento creador de Schubert resultaba muy difícil someterse a la regularidad de las formas musicales provenientes del clasicismo: sonata, cuarteto, sinfonía, etcétera.
Su invención melódica era inagotable, llegando a la prodigalidad, y para él era más sencillo crear nuevos temas que hacer un desarrollo de las ideas ya expuestas, según es norma en la forma sonata. Por eso es que prefirió los poemas, cuyos versos eran para él como un molde impuesto, al que se ajustaba sin esfuerzo y sin digresiones.
Obras sinfónicas
Compuso nueve sinfonías, de las cuales las más importantes son: en DO menor; en SI bemol mayor y en SI menor (Inconclusa), además de varias oberturas.
La denominación de sinfonía Inconclusa ha sido caprichosa, según lo juzgan varios musicólogos modernos, que descartan la concepción sentimental de que la haya interrumpido por su muerte prematura, puesto que le siguieron dos sinfonías más, una de ellas perdida.
No la concluyó porque había agotado su inspiración y se consideró satisfecho con sus dos tiempos, de lo cual tenemos antecedentes en algunas sonatas de Beethoven. Schubert puede considerarse el único continuador de aquél en el terreno sinfónico, y pese a su proximidad a la obra del genio de Bonn, supo dotar a la suya de una originalidad que la hace totalmente personal.
- Música de Cámara: Compuso catorce cuarteto de cuerdas, destacándose el Op. 29 en LA menor; Op. 161 en SOL mayor, y el póstumo en RE menor; tríos y el quinteto Op. 114 en el que se empleó el tema del lied La Trucha.
- Para piano: Son célebres sus Momentos musicales, Impromptus, Variaciones, Fantasías, Dúos, etcétera.
- Música Religiosa: De inspiración simple y sincera con sus Misas, Graduales y Ofertorios.
- Corales: Su música para coro mixto y coro de voces iguales se cuenta entre la más bella e inspirada de ese género.
CONCLUSIÓN
"Schubert no introdujo modificaciones en las estructuras; mantuvo las formas clásicas, pero adaptándolas a su emoción personal, en lo que debe verse el triunfo del individuo, característico del Romanticismo. En cuanto al color orquestal (o sea, el empleo de los timbres instrumentales), llegó a un nivel sublime.
En los lieder no subordinó la música a la poesía, sino que la hizo su igual en dignidad, y a veces, cuando el poeta elegido no le brindó versos de verdadera calidad, él se encargó de llevarlos a la posteridad con su interpretación sonora".
(Extracto de Andrés Coeuroy, La Musique des Origenes a nos Jours, pág. 278).
Los cuarenta volúmenes que abarcan sus obras completas nos ofrecen un panorama que comprende todos los géneros de una música bella, como sólo puede serlo la juventud, libre, pletórica de un puro idealismo.
Bibliografía
Oscar S. Bareilles, Cultura Musical 3.
Comentarios
Publicar un comentario
Comunícate por precios económicos para clases particulares