Letra y acordes de Joaquín Sabina
MI
Lo nuestro duró lo que duran dos peces de hielo
FA#m
en un wiskhy on the rocks.
SI7 MI
En vez de fingir o estrellarme una copa de celos, le dio por reír.
MI7
De pronto me vi como un perro de nadie
LA
ladrando a las puertas del cielo.
LAm MI FA#m (SI7)
Me dejó un neceser con agravios, la miel en los labios
MI
Y escarcha en el pelo.
MI FA#m
Tenían razón mis amantes, en eso de que antes, el malo era yo.
SI7 MI
Con una excepción, esta vez yo quería quererla querer y ella no.
MI7 LA
Así que se fue. Me dejó el corazón en los huesos y yo, de rodillas,
LAm MI
desde el taxi y haciendo un exceso
FA#m (SI7) MI (MI7)
me tiró dos besos, uno por mejilla.
LA
Y regresé a la maldición del cajón sin su ropa,
a la perdición de los bares de copas, a las cenicientas de saldo y esquina
Y por esas ventas del Fino La Ina, pagando las cuentas de gente sin alma
MI
que pierde la calma con la cocaína.
SI7 FA#m SI7
Volviéndome loco, derrochando la bolsa y la vida
MI
la fui, poco a poco, dando por perdida.
LA
Y eso que yo para no agobiar con flores a María,
para no asediarla con mi antología de sábanas frías y alcobas vacías.
Para no comprarla con bisutería, ni ser el fantoche que va en romería
MI
con la cofradía del santo reproche.
SI7 FA#m
Tanto la quería, que tardé en aprender a olvidarla
SI7 MI
diecinueve días y quinientas noches.
Dijo hola y adiós, y el portazo sonó como un signo de interrogación.
Sospecho que así se vengaba, a través del olvido, cupido de mí.
No, no pido perdón.
Para qué, si me va a perdonar porque ya no le importa.
Siempre tuvo la frente muy alta, la lengua muy larga
y la falda muy corta.
Me abandonó, como se abandonan los zapatos viejos.
Destrozó el cristal de mis gafas de lejos.
Sacó del espejo su vivo retrato.
Y fui tan torero por los callejones del juego y el vino,
que ayer el portero me echó del casino de Torrelodones.
Qué pena tan grande.
Negaría el Santo Sacramento, en el mismo momento
que ella me lo mande
Y eso que yo, para no agobiar con flores a María.
Para no asediarla con mi antología de sábanas frías y alcobas vacías.
Para no comprarla con bisutería, ni ser el fantoche que va en romería
con la cofradía del santo reproche.
Tanto la quería, que tardé en aprender a olvidarla
diecinueve días y quinientas noches.
Y regresé a la maldición del cajón sin su ropa.
A la perdición de los bares de copas, a las cenicientas de saldo y esquina.
Y por esas ventas del Fino La Ina, pagando las cuentas de gente sin alma
que pierde la calma con la cocaína.
Volviéndome loco, derrochando la bolsa y la vida
la fui, poco a poco, dando por perdida.
Y eso que yo, para no agobiar con flores a María.
Para no asediarla con mi antología de sábanas frías y alcobas vacías.
Para no comprarla con bisutería, ni ser el fantoche que va en romería
con la cofradía del santo reproche.
Tanto la quería, que tardé en aprender a olvidarla
diecinueve días, diecinueve días... y quinientas noches.
Joaquín Sabina
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